Las plantas invasoras de la Axarquía (XII): La cañavera (Arundo donax)

La cañavera, llamada también caña, bardiza, cañizo, licera, etc. (Arundo donax) es un geófito rizomatoso de la familia Poaceae, de origen asiático, que alcanza unos 4 m de altura. Es una planta muy común, parecida al bambú, del que se diferencia porque en cada nudo sólo nace una hoja que envaina al tallo. Su tallos son huecos y erectos, simples o cortamente ramificados en los nudos, suaves y glabros. Sus hojas son largas, de hasta 60 cm de largo y 5-6 cm de anchura, cordadas en la base. La inflorescencia forma una panícula (30-60 cm de longitud ), plumosa, muy ramificada, con ramas inferiores fasciculadas, espiguillas comprimidas lateralmente (12-18 mm), normalmente portando tres flores, que generalmente son bisexuales; con glumas subiguales y membranosas; lema bífida, trinerviada (los nervios a veces se prolongan en una arista corta), pelosa en la cara dorsal; pálea más corta que la lema, bicarenada, con quilla cortamente ciliada; androceo con 3 estambres. Fruto en cariópside oblanceolada, deprimida por su cara adaxial, estriada, con el embrión ocupando aproximadamente un tercio de su longitud y el hilo oblongo y suprabasal.

Es una planta muy común en los bordes de regadíos, canales, acequias, lagunas, ríos y, en general, humedales donde la vegetación riparia ha sido más o menos degradada. Florece desde julio a diciembre. Su reproducción es asexual (a partir de fragmentos de rizoma ) en su rango alóctono, pero en su rango nativo también tiene reproducción sexual. La dispersión es hidrócora, utilizando rizomas y sus fragmentos como propágulos, que se dispersan siguiendo el curso del agua.

En cuanto a sus requerimientos ecológicos, ya se ha comentado que su hábitat preferente son humedales de aguas permanentes o estacionales, donde sus rizomas pueden llegar a formar colonias de varios kilómetros siguiendo la ribera los ríos. Es una especie propia de zonas cálidas atemperadas, teniendo una baja tolerancia hacia las heladas y las oscilaciones térmicas, no soportando la sequía (aunque sus rizomas permanecen mucho tiempo después de secarse la planta) y en cambio sí el encharcamiento, tolerando bien los vientos fuertes. También es poco tolerante de la salinidad y la sombra densa.

Esta planta fue introducida en la antigüedad, procedente del sur de Asia donde ya tenía muchos usos por su resistencia y facilidad de propagación, como material de construcción, para techumbres, paredes, combinada o no con barro, para la formación de barreras protectoras frente al viento, etc.). El abandono y modernización de las zonas rurales andaluzas ha conllevado la pérdida de algunos de los usos tradicionales que permanecían casi invariables hasta hace pocos años. Hoy día, se emplea más para fabricación de cubiertas naturales en las pérgolas y cenadores empleadas en jardines (especialmente en áreas residenciales y urbanizaciones), como tutores para cultivos y barreras cortavientos en cultivos al aire en zonas cálidas y, en menor medida, en tareas de estabilización de taludes en riberas. Entre los usos médicos se ha empleado para aliviar los ojos irritados, contra la insolación, picaduras de alacrán, fiebre, etc.

Su carácter invasor ha sido ampliamente ignorado incluso en medios académicos, debido a que su amplísima presencia, que se remonta al menos al siglo XV, ha provocado, al igual que ha sucedido con otras especies invasoras, que la población lo considere como un elemento nativo de las zonas húmedas mediterráneas. Su capacidad de propagación se debe al sistema de reproducción con propágulos de rizoma, que además es muy resistente a la desecación y crea colonias muy extensas. Su impacto puede ser económico en algunos casos, pero destaca más su impacto ecológico, que en la mayoría de los casos es positivo, pues suele colonizar riberas degradadas, convirtiéndose en la única defensa de los márgenes fluviales y el único hábitat o refugio de muchas especies animales riparias.

Se encuentra ampliamente extendida por Andalucía, formando parte de comunidades y especies riparias y de humedales, a veces coexistiendo con parches de vegetación remanente de Nerium oleander, Populus alba, Salix fragilis o Vitex agnus-castus. Muestran preferencia por regiones costeras y subcosteras de las provincias más térmicas, donde llegan hasta el arenal de las playas. Suelen ocupar ríos y áreas húmedas en general -especialmente en zonas a baja altitud- que, bajo las condiciones climáticas indicadas, aún no han sido invadidos y cuya vegetación autóctona pueda ser dañada. debe tenerse en cuenta que, su presencia actual en ambientes riparios, es más bien una consecuencia de la degradación o, cuando menos, del uso secular a que se han sometido las zonas húmedas andaluzas.

Para su control se recomienda tratamientos físicos (arranque, incluidos los rizomas) pero requiriendo vigilancia constante porque suelen quedar propágulos en tierra. De todos modos, se aconseja no eliminarla en cursos fluviales, donde su gestión debe integrarse en planes de recuperación de riberas, pues frecuentemente son la única defensa y el único hábitat ripario que quedan en muchos ríos degradados, siendo la única especie que ofrece refugio a la fauna y controla la erosión. Su dificultad es de grado medio si es en parches muy localizados y de reducida extensión, pero medio-alto a escala de cuenca y extremo o imposible a escala regional.

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